La energía eléctrica obtenida directamente del sol se denomina energía fotovoltaica. Es una energía renovable, pura, no contaminante y que no genera emisiones de gases a la atmósfera. A través de los paneles fotovoltaicos se puede producir electricidad durante el día, a continuación almacenarla y posteriormente consumirla.
Una vez que tenemos hecha esta instalación, vender la electricidad a la red es la mejor forma de amortizarla y obtener grandes beneficios. La finalidad de la conexión a una red eléctrica es poder vender toda esa producción eléctrica, y así progresivamente conseguir que el porcentaje de la energía consumida en toda la red eléctrica sea más limpia.
Así, conectando la red fotovoltaica a la red eléctrica convencional se da paso a una pequeña central productora, que puede generar y abastecer de electricidad a un gran porcentaje de usuarios. Aquellos pequeños y medianos inversores que quieran ser partícipes de esta inversión, estarán respaldados por la Administración Pública, ya que existe una ley que obliga a las grandes compañías eléctricas privadas a comprar la energía producida y distribuirla. Con ello, el Gobierno obliga a la ciudadanía a consumir parte de la energía cotidiana a través de fuentes renovables.
En cuanto al tema económico, el Instituto para la Diversificación y Ahorro de Energía (IDAE) ha propuesto una serie de ayudas a fondo perdido de hasta un 20 de la instalación para particulares. También se ofrecen ayudas y créditos desde las Administraciones Municipales, Autonómicas y Comunitarias. Todo ello tiene el fin de estimular la producción de energías renovables, sobre todo desde que se han empezado a notar los primeros efectos del cambio climático. Por tanto, es un buen momento para invertir en energía fotovoltaica conectada a una red, ya que el Gobierno incluye bonificaciones al KWh vendido a razón del 575% del coste de compra base si la potencia de la instalación es menor de 100 KWh y del 300% si la potencia es mayor. Aparte de esto, la ley obliga a bonificar la energía eléctrica vendida procedente de estas fuentes renovables fotovoltaicas para un plazo de veinticinco años, con lo que se amortiza con creces la inversión inicial de una forma más rápida, segura y beneficiosa económicamente hablando.
En conclusión, se puede decir que cualquier persona, ya sea particular o empresa, puede acceder a una instalación solar que le permita reducir los gastos que producen los sistemas energéticos convencionales, tales como el gas natural, el butano, etc, además de contribuir a la mejora del medio ambiente, evitando que se emitan elementos contaminantes a la atmósfera. Lo que está claro es que la inversión es una buena elección a niveles económicos retributivos, aunque el período de amortización de la instalación dependerá de factores como el correcto cálculo de las necesidades de los inversores, el nivel de optimización del sistema, la calidad de la instalación y de su mantenimiento, así como de los materiales utilizados. También dependerá del uso que se haga de la misma, ya que cuanto más se utilice, más rápido se amortizará. Esto suele ocurrir a medio plazo, en concreto para las instalaciones fotovoltaicas lo normal es que se empiecen a percibir beneficios netos a partir de los siete o nueve años.
En cuanto al tema económico, el Instituto para la Diversificación y Ahorro de Energía (IDAE) ha propuesto una serie de ayudas a fondo perdido de hasta un 20 de la instalación para particulares. También se ofrecen ayudas y créditos desde las Administraciones Municipales, Autonómicas y Comunitarias. Todo ello tiene el fin de estimular la producción de energías renovables, sobre todo desde que se han empezado a notar los primeros efectos del cambio climático. Por tanto, es un buen momento para invertir en energía fotovoltaica conectada a una red, ya que el Gobierno incluye bonificaciones al KWh vendido a razón del 575% del coste de compra base si la potencia de la instalación es menor de 100 KWh y del 300% si la potencia es mayor. Aparte de esto, la ley obliga a bonificar la energía eléctrica vendida procedente de estas fuentes renovables fotovoltaicas para un plazo de veinticinco años, con lo que se amortiza con creces la inversión inicial de una forma más rápida, segura y beneficiosa económicamente hablando.
En conclusión, se puede decir que cualquier persona, ya sea particular o empresa, puede acceder a una instalación solar que le permita reducir los gastos que producen los sistemas energéticos convencionales, tales como el gas natural, el butano, etc, además de contribuir a la mejora del medio ambiente, evitando que se emitan elementos contaminantes a la atmósfera. Lo que está claro es que la inversión es una buena elección a niveles económicos retributivos, aunque el período de amortización de la instalación dependerá de factores como el correcto cálculo de las necesidades de los inversores, el nivel de optimización del sistema, la calidad de la instalación y de su mantenimiento, así como de los materiales utilizados. También dependerá del uso que se haga de la misma, ya que cuanto más se utilice, más rápido se amortizará. Esto suele ocurrir a medio plazo, en concreto para las instalaciones fotovoltaicas lo normal es que se empiecen a percibir beneficios netos a partir de los siete o nueve años.
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